Esta fragancia de finales del año 2009 es una nueva edición de Azzaro
pour Homme, aparecido en 1978 y que es una de las fragancias más famosas
de la casa Azzaro y también fue una de las fragancias mejor vendida en
el mundo en la década de los años ochenta y noventa a la hora de buscar
aromas que mostraran elegancia y clase, al romper el esquema tradicional
de perfume masculino basado en hierbas con especies, vetiver y madera
en favor de resinas avainilladas tibias más sensuales, que le
permitieron ostentar por años el título de la "fragancia del latin
lover". Esta nueva edición rescata las líneas básicas del primer Azzaro
montándolas en una nueva estructura que busca cambiar la imagen madura y
elegante con que se le asociaba, orientándola a un estilo más casual y
atrevido manteniendo el centro sensual. El frasco mantiene las mismas
formas de la edición de 1978 pero cambia el color del vidrio ambarado
por un degradado rojo que remata en negro. En el sitio web de Azzaro no
mencionan las notas aromáticas de esta nueva fragancia, pero en el
frasco del tester para pruebas mencionan: granos de tonka, vainilla,
cumarina y cistus (ládano).
La partida de la fragancia es más baja comparada con el Azzaro pour
Homme original e incluso con el aroma mostrando pocas similitudes con su
predecesor, con líneas mezcladas de alimonados breves, grupos frutales
neutros suaves y una línea jabonosa seca que oscila entre una lavanda y
una manzanilla o camomila, sobre una base de resinas tenues que por
momentos recuerdan aromas de bosques y con rasgos de ciprés.
Ocasionalmente el ciprés da notas oscuras de cuero especiado y algunas
frutas se funden con esta línea dando la idea de grosellas también
oscuras. La fase media es rápida, alrededor de 10 o 15 minutos después
de aplicado con una caída del alimonado con lavanda jabonosa en favor de
un aumento del mentolado del ciprés rondando un pachulí con cuero, que
luego se estabiliza en un grano de tonka que se distingue por unas
líneas frutales un poco rojas, pero también con rasgos secos y polvosos e
intercalado con una madera también seca que recuerda a un cedro. Dentro
de los granos de tonka se sienten rasgos florales, como iris en un
comienzo por la idea de polvo pero después variando a otras líneas
masculinas como el geranio, mostrando más tibieza en su aroma. A la
media hora de aplicado el aroma cobra más fuerza, manteniendo los
florales y las líneas secas en un corte invernal levemente especiado y
repitiendo un aire de la lavanda anisada con ámbar del Azzaro pour Homme
clásico de 1978 en el fondo, algo breve y con aparición esporádica,
oscilando nuevamente en las líneas de resina amaderada con tintes de
ciprés, con el grano de tonka acompañado de aromas frutales extras que
recuerdan una piña suave. A la hora y media la fragancia sigue en las
mismas líneas de tonka dominante levemente polvosa con dejos florales
apagados, con menos insinuaciones de frutos rojos y apariciones más
frecuentes a nivel ambiental del aroma del Azzaro original. A las 3
horas ya se distinguen dos líneas aromáticas claras, la primera con
rasgos de florales polvosos que recuerdan a la vainilla con iris de Dior
Homme y que se ubica en una capa superior, y la segunda que aparece
ambientalmente o por saturación al oler por un momento y que corresponde
a los dulces ambarados finales del Azzaro pour Homme en una versión
suave con anisado y lavanda fresca. Sobre las 7 horas se estabiliza la
idea de una base suave como el Azzaro original con capas solapadas de
polvosos y tonos secos y un grano de tonka reemplazando al ámbar del
primer Azzaro. En fase final rondan los anisados de la versión original
con capas de ámbar, dejos de lavanda, pero con una impresión diferente a
la que dejaba el final de Azzaro de los años setenta, con más cumarina
que no alcanza niveles licorosos como en otros perfumes y que se queda
en resina avainillada tibia con dejos de ciprés.
Esta edición de Azzaro parece formar parte de un nuevo movimiento que
consiste en refrescar y reformular fragancias clásicas de años
anteriores dándoles un matiz más contemporáneo, tal como se hizo con
Chanel 5 Eau Première, Polo Modern Reserve y en parte con Fahrenheit
Absolute, aunque guardando sus diferencias con los dos primeros ejemplos
y acercándose al concepto detrás de Fahrenheit Absolute en el sentido
que no se reorganizaron las notas aromáticas del original si no que se
construyó una nueva fragancia en torno a líneas básicas que dan una
insinuación de la primera versión. Para el caso de Elixir el resultado
es una fragancia que cruza por dos familias aromáticas nuevas antes de
llegar al aroma clásico, mostrando un grupo frutal neutro breve y unas
líneas verdes de bosque con ciprés mentolado que rematan en polvosos,
parte flores y parte talco de vainilla. A nivel general el
comportamiento de la fragancia muestra una intensidad y estela más
mesurada comparada con la edición de los años setenta, que se acomoda
mejor en situaciones más cotidianas propias del estilo de diario pero
conservando su carácter atemporal sin ostentar la imagen de perfume de
club social elegante de Azzaro pour Homme. En oficina el aroma también
es más discreto, limpio en líneas generales y con algunos toques
clásicos aportados por la veta de ciprés que le da una seriedad
diferente y que también aumenta su madurez aparente por la línea de los
verdes de bosque, perdiendo algo de carisma del original que conseguía
que la gente volteara la cabeza al pasar y se acercara a oler por
curiosidad. En el aspecto nocturno la fragancia también se simplifica,
perdiendo potencia en el campo formal que era el escenario fuerte del
primer Azzaro y quedando como una fragancia del grupo semiformal que sí
se ve afectada por los aromas ambientales, orientándose a situaciones
más personales o íntimas. Por el lado romántico aunque la nota de ciprés
puede enfriar una situación de pareja, la aparición del aroma original
en algunas pieles que puedan neutralizar el ciprés otorga puntos a
favor, recuperando la sensualidad rejuvenecida del primer Azzaro pero
cargando con una imagen paternal cuando aparecen las vetas verdes. Rango
de edad entre 25 y 60 años, con una tendencia a subir sobre los 30 por
la línea de ciprés.
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